Ayer, justo ayer, se rompió el aire acondicionado del metro. Justo ayer, con el calor que hacía. Hacía tanto calor que una señora en el metro comenzó a transpirar muchísimo y cuando estaba empapada en sudor y parecía que ya no podía transpirar más agarró y transpiró más todavía y cuando todos pensábamos «bueno, ahora sí, esta mujer ya no tiene más nada para transpirar» la señora dejó de transpirar gotitas y acto seguido procedió a transpirar un pequeño tornillo.
Así que era real, pensamos todos, así que no era simplemente una frase popular eso de decir “tengo tanto calor que podría transpirar tornillos”. Así que era un fenómeno posible, seguimos reflexionando mientras se oía el tintinear de los tornillos que caían de los poros de la señora sobre el suelo del metro.
La señora no se dio cuenta de lo que transpiraba, y nadie le dijo nada porque en el metro nadie habla con nadie, ni siquiera cuando uno transpira tornillos o le sangra la nariz.
Más adelante se nos pasó la sorpresa y nos olvidamos de los tornillos y seguimos abanicándonos con lo que teníamos a mano porque el calor era tan enorme que todos transpirábamos un montón pero ninguno transpiraba tornillos, o sea tornillos transpiraba sólo la señora, los demás transpirábamos gotitas comunes y corrientes. O bueno eso pensamos todos pero al rato un señor de bigote que estaba en una esquina del vagón de repente transpiró un Fiat 600 y todos pensamos «¡epa, así que la frase de transpirar fititos también era un fenómeno posible!» y el vagón se ladeó con el peso del recién sudado fitito y estábamos todos acaloradamente boquiabiertos frente al milagro cutáneo-automotriz que acababa de producirse hasta que una anciana sentada junto a la puerta transpiró un pequeño elefante blanco y el elefante barritó del calor que hacía en el vagón y también transpiró un pequeño elefante blanco y el elefante barritó del calor y también transpiró un pequeño elefante blanco y el elefante barritó del calor y también porque se sentía un poco encerrado porque los elefantes son del África creo y ahí tienen millares de hectáreas para correr y salir a jugar con otros elefantes y hacer todo lo que hacen los elefantes cuando nacen y son libres y todavía no los cazaron para hacer teclas de piano y si metés un elefante en un vagón del metro al elefante obviamente le va a dar calor y sofocación y claustrofobia y pánico y ese pánico le dará odio y ganas de matar y entonces comenzará a barritar y a pegar trompazos para todos lados pero este elefante en particular por suerte sólo barritó, no hirió ni mató a nadie a trompazos, pero lo que sí hizo después fue, del enormísimo calor, transpirar un saxofón, y un señor que se ve que sabía tocar lo agarró y tocó unas melodías de lo más agradables y el elefante pareció serenarse pero no refrescarse porque al rato el pobre animal transpiró una pandereta que vino muy bien porque una señora la agarró y acompañó al saxofonista que, compenetrado en las notas que le sacaba al instrumento, no dejaba de moverse y transpirar no sólo gotitas sino también tornillos, monedas, tres neumáticos y un mono. El mono se colgó con la cola del pasamanos del metro y permaneció ceñudo mientras el saxofonista terminaba. La señora que tocaba la pandereta transpiró unos platillos y el mono se apuró a atraparlos y tocar marcando el compás. Yo mismo transpiré un trío de coristas que comenzaron a cantar en inglés y uno de los coristas transpiró a su vez a un negro enorme que fue la voz principal y cantó un tema de Aretha Franklin hasta que la propia Aretha Franklin fue transpirada por alguien del fondo y todos tarareamos y acompañamos a Aretha con las palmas y así fue que llegamos al final del recorrido y descendimos en la última estación todos sonrientes, acalorados pero sonrientes, sofocados pero sonrientes, aplaudiendo al mono y acariciando al elefante y ayudando a la jirafa a subir las escaleras hacia la superficie y mientras subíamos seguíamos transpirando de todo, seguíamos transpirando inodoros y libros y platos y koalas y carpas y fititos y bicicletas y plumeros y elefantes y Janis Joplins y en fin, de todo, y al salir a la superficie fue prácticamente un caos porque lo que nosotros asumimos que era un fenómeno que sólo se había dado en el metro como consecuencia del no funcionamiento del aire acondicionado se estaba dando en toda la ciudad y al salir a la calle vimos una cantidad pero increíble de animales y cosas componiendo lo que se dice un CAOS TOTAL DE LA CALORICIDAD pero no malo, no, sino más bien un CAOS TOTAL DE LA CALORICIDAD Y LA ALEGRÍA, todo transpirado por gente acalorada pero feliz de estar rodeada de música y baile y al pasar las horas pero no el calor, ya de madrugada, la gente aprendió a controlar este extraño fenómeno y entonces cada uno podía elegir qué transpiraba, entonces si te daban ganas de comerte un pancho lo transpirabas y si querías escuchar a Hendrix transpirabas un disco o al propio Hendrix y si querías sentarte te transpirabas una reposera y si querías abanicarte te transpirabas un abanico y si te cansabas de transpirar te transpirabas un ventilador o una ducha y listo.
Y aquí hemos estado hasta ahora, tempranito por la mañana, que se ha largado a llover y ya no podemos transpirar nada, ni siquiera gotitas. Estamos preocupados por lo que ahora nos toca hacer: ordenar la ciudad un poco y encontrar lugar para todo lo que ha sido transpirado y no tiene dónde ir porque una gotita que se ha sudado se seca y listo pero un hipopótamo no se seca y un astronauta no se seca y un DeLorean no se seca y yo transpiré un hipopótamo muy bonito todo rosado y un astronauta muy grandote todo escafandrado y un DeLorean muy brillante todo DeLoreanado pero que no viaja en el tiempo porque tampoco es cuestión de ponernos fantasiosos.
Así que era real, pensamos todos, así que no era simplemente una frase popular eso de decir “tengo tanto calor que podría transpirar tornillos”. Así que era un fenómeno posible, seguimos reflexionando mientras se oía el tintinear de los tornillos que caían de los poros de la señora sobre el suelo del metro.
La señora no se dio cuenta de lo que transpiraba, y nadie le dijo nada porque en el metro nadie habla con nadie, ni siquiera cuando uno transpira tornillos o le sangra la nariz.
Más adelante se nos pasó la sorpresa y nos olvidamos de los tornillos y seguimos abanicándonos con lo que teníamos a mano porque el calor era tan enorme que todos transpirábamos un montón pero ninguno transpiraba tornillos, o sea tornillos transpiraba sólo la señora, los demás transpirábamos gotitas comunes y corrientes. O bueno eso pensamos todos pero al rato un señor de bigote que estaba en una esquina del vagón de repente transpiró un Fiat 600 y todos pensamos «¡epa, así que la frase de transpirar fititos también era un fenómeno posible!» y el vagón se ladeó con el peso del recién sudado fitito y estábamos todos acaloradamente boquiabiertos frente al milagro cutáneo-automotriz que acababa de producirse hasta que una anciana sentada junto a la puerta transpiró un pequeño elefante blanco y el elefante barritó del calor que hacía en el vagón y también transpiró un pequeño elefante blanco y el elefante barritó del calor y también transpiró un pequeño elefante blanco y el elefante barritó del calor y también porque se sentía un poco encerrado porque los elefantes son del África creo y ahí tienen millares de hectáreas para correr y salir a jugar con otros elefantes y hacer todo lo que hacen los elefantes cuando nacen y son libres y todavía no los cazaron para hacer teclas de piano y si metés un elefante en un vagón del metro al elefante obviamente le va a dar calor y sofocación y claustrofobia y pánico y ese pánico le dará odio y ganas de matar y entonces comenzará a barritar y a pegar trompazos para todos lados pero este elefante en particular por suerte sólo barritó, no hirió ni mató a nadie a trompazos, pero lo que sí hizo después fue, del enormísimo calor, transpirar un saxofón, y un señor que se ve que sabía tocar lo agarró y tocó unas melodías de lo más agradables y el elefante pareció serenarse pero no refrescarse porque al rato el pobre animal transpiró una pandereta que vino muy bien porque una señora la agarró y acompañó al saxofonista que, compenetrado en las notas que le sacaba al instrumento, no dejaba de moverse y transpirar no sólo gotitas sino también tornillos, monedas, tres neumáticos y un mono. El mono se colgó con la cola del pasamanos del metro y permaneció ceñudo mientras el saxofonista terminaba. La señora que tocaba la pandereta transpiró unos platillos y el mono se apuró a atraparlos y tocar marcando el compás. Yo mismo transpiré un trío de coristas que comenzaron a cantar en inglés y uno de los coristas transpiró a su vez a un negro enorme que fue la voz principal y cantó un tema de Aretha Franklin hasta que la propia Aretha Franklin fue transpirada por alguien del fondo y todos tarareamos y acompañamos a Aretha con las palmas y así fue que llegamos al final del recorrido y descendimos en la última estación todos sonrientes, acalorados pero sonrientes, sofocados pero sonrientes, aplaudiendo al mono y acariciando al elefante y ayudando a la jirafa a subir las escaleras hacia la superficie y mientras subíamos seguíamos transpirando de todo, seguíamos transpirando inodoros y libros y platos y koalas y carpas y fititos y bicicletas y plumeros y elefantes y Janis Joplins y en fin, de todo, y al salir a la superficie fue prácticamente un caos porque lo que nosotros asumimos que era un fenómeno que sólo se había dado en el metro como consecuencia del no funcionamiento del aire acondicionado se estaba dando en toda la ciudad y al salir a la calle vimos una cantidad pero increíble de animales y cosas componiendo lo que se dice un CAOS TOTAL DE LA CALORICIDAD pero no malo, no, sino más bien un CAOS TOTAL DE LA CALORICIDAD Y LA ALEGRÍA, todo transpirado por gente acalorada pero feliz de estar rodeada de música y baile y al pasar las horas pero no el calor, ya de madrugada, la gente aprendió a controlar este extraño fenómeno y entonces cada uno podía elegir qué transpiraba, entonces si te daban ganas de comerte un pancho lo transpirabas y si querías escuchar a Hendrix transpirabas un disco o al propio Hendrix y si querías sentarte te transpirabas una reposera y si querías abanicarte te transpirabas un abanico y si te cansabas de transpirar te transpirabas un ventilador o una ducha y listo.
Y aquí hemos estado hasta ahora, tempranito por la mañana, que se ha largado a llover y ya no podemos transpirar nada, ni siquiera gotitas. Estamos preocupados por lo que ahora nos toca hacer: ordenar la ciudad un poco y encontrar lugar para todo lo que ha sido transpirado y no tiene dónde ir porque una gotita que se ha sudado se seca y listo pero un hipopótamo no se seca y un astronauta no se seca y un DeLorean no se seca y yo transpiré un hipopótamo muy bonito todo rosado y un astronauta muy grandote todo escafandrado y un DeLorean muy brillante todo DeLoreanado pero que no viaja en el tiempo porque tampoco es cuestión de ponernos fantasiosos.
7 Comentarios:
You did it again...
Abrazo grande primox.
Alucinante calor + creatividad ina"gota"ble = fantástico cuento fantástico
:D Grande Lucas, te extrañaba.
laura canós te diría que no se pueden usar mayúsculas en un relato.
tío, POR FAVOR, deja de leer DFW.
muy grande.
por cierto, qué putas es un pancho?¿
y un DeLorean?¿
aquí un catalán que no quiere googlear.
gracias :)
nop.. tampoco hay que ponernos fantasiosos.. porque se nos va el piso y luego, para transpirar todo un piso hay te encargo..
Joder, mi ordenador a transpirado de tal manera que ha acabado saliendo el Corte Inglés entero y ya está la mujer que siempre entra primera en las rebajas haciendo cola para las de enero.
Es la primera vez que te leo, y me he partido y me ha encantado.
Por otro lado, A Vanity "le gusta" que Lucas secunde los comentarios dejados en FAG. Espero que nos veamos pronto.
Un abrazo,
VD
uh! te colgaste!!!
;)
vickA!
Tomi: Jeje grazzie!
Lucy en el cielo: Tanto tiempo, se la extrañaba por estas latitudes. un beso.
Fag: Laura Canós directamente cerraría este blog. Esperemos que nunca trabaje en Google.
Ryuchi: claro porque un piso dónde termina, exactamente. Se corre el riesgo de deshidratación.
Vanity: ¡Bienvenido! Secundo su comentario y su blog y todo, porque no hay que escatimar nunca secundeos. Me paso por su blog para ver las anécdotas parisinas. Un abrazo.
Vicky: ¡Vení a Europa!