Guido cree que usted lo quiere.
Guido cree que usted lo aprecia.
Guido no sabe que usted no sabe quién es Guido.
Y es importantísimo que esto continúe así.
Porque si Guido se llegara a enterar de que usted no sabe quién es él, o sea Guido, y por ende que usted no lo quiere ni lo aprecia, a Guido le daría un ataque al corazón, porque, como usted seguramente no sabe, Guido tiene un corazón frágil y muy amigo de infartarse. Muy frágil.
Y es fundamental que Guido permanezca con vida, como usted no sabrá.
Entonces (por favor tome nota) usted no debe decirle a Guido que usted no sabe quién es él.
Usted dirá: pero cómo se lo voy a decir si ni siquiera sé quién es.
Correcto, pero también es cierto que Guido puede aparecer ¡AHORA MISMO! frente a usted y decirle:
—¡Hola, te estaba buscando!
Usted lo mirará extrañado, y gritará:
—¡Fuera de aquí, extraño! ¡Quién demonios es usted!
Y Guido procederá a tener un ataque al corazón causado por un terrible desengaño.
¿Lo ve? ¿Ve la gravedad de nuestra situación actual?
A partir de este momento, usted deberá responder a los saludos de cualquier extraño con la siguiente frase:
—¡Guido, tanto tiempo, querido!
E improvisar a partir de ahí.
Lo que nos lleva a nuestro siguiente problema.
Guido a veces finge no ser Guido. Guido a veces se hace pasar por otras personas: Alfredo, Marcelo, Horacio, Francis, Elmkhomög, Zaratustra.
Entonces, si alguien lo saluda y usted no sabe quién es y, haciéndonos caso, exclama «¡Guido, tanto tiempo, querido!», y el extraño le dice, por ejemplo, «Yo no soy Guido, soy (por ejemplo) Zi-Tiang», usted no puede, bajo ningún concepto, revelar la verdad:
—Ah, perdon, ¿sabe lo que pasa?, es que hay un caballero a quien no conozco pero que tiene el corazón frágil y si yo llegara a desengañarlo –porque el piensa que yo lo quiero– diciéndole que no lo conozco, este caballero, un tal Guido, moriría.
Guido, entonces, sabiéndose desconocido por usted y abandonando su falsa identidad, dirá ¡pero… yo… soy… Guid…!, y morirá de un ataque al corazón causado por un terrible desengaño.
¿Lo ve? ¿Ve la gravedad de nuestra situación actual?
Enconces a partir de hoy usted responde al saludo de cualquier extraño saludándolo como si fuera Guido. Si el extraño afirma no ser Guido, usted insiste en su convencimiento de que la persona que tiene delante sí es Guido, puesto que sabemos que Guido a veces pretende ser otras personas, como por ejemplo Francis. «Jajaja, pilluelo, siempre haciéndote el loco» es una buena frase, pero puede usar la que le parezca bien a usted. Resumiendo, entondes, básicamente debe usted dirigirse a la totalidad de las personas extrañas con que interactúe durante el día refiriéndose a ellas como si fueran Guido.
Lo que nos lleva finalmente a lo siguiente. Se sabe que Guido, últimamente, ha dominado el arte del disfraz, utilizando pelucas de altísima calidad y máscaras y maquillajes y trajes de silicona y goma espuma y puede, Guido, adoptar la forma y aspecto de cualquier persona, incluso personas que usted sí conozca, como por ejemplo su señora madre o el presidente de Francia. Entonces queda usted a partir de este momento obligado a dirigirse a cualquier miembro de la raza humana (e incluso animales, plantas u objetos inanimados, puesto que Guido podría estar en cualquier disfraz) como si se llamara Guido, sea hombre, mujer, niño, el presidente de Francia, un buzón o un gorila congolés. Y si cree que Guido entiende la lógica a través de la cual usted podría decir «pero incluso si conociera a Guido cómo voy a saludarlo si viene disfrazado, cómo espera él que lo reconozca si viene disfrazado" entérese de que Guido no piensa así, Guido espera de usted un saludo y un abrazo fraternal aunque venga como Guido, como Francis, como Zaratustra o como su señora Madre.
Así que ya sabe, a partir de ahora todos, todos, incluyéndome, podrían ser Guido, y usted, para evitar el indeseado infarto, deberá insistir en su convencimiento de que la persona que tiene frente a usted es Guido, aunque la persona insista en ser su pareja, su sodero, un oficial de policía o Nicolas Sarkozy.
4 Comentarios:
Curioso. Sin noción consciente del riguroso soporte lógico que acabas de proporcionarme, hace años que llevo poniendo en práctica la conducta que recomiendas. No sé por qué, intuición, supongo, el genio que se trasluce aún ignorándose a sí mismo. Pero es el caso cierto que llevo largo tiempo tratando a todo el mundo como si fuese Guido. Salvando, claro, pequeños detalles, como el de que yo ignorara ese nombre preciso, Guido, y lo sustituyera hasta ahora por un prudente y genérico "eh, tú" que, en la práctica, surtía efectos equivalentes a todos los fines prácticos. Y el de que Guido, realmente, me importara un carajo. Pero, eso sí, siempre muy cortés.
Nunca le dio el infarto, que es lo importante. O eso creo, tampoco pregunté.
No no, no le ha dado el infarto todavía. Créame, estimado Vanbrugh, que lo sabríamos.
Hombre, Guido, tú por aquí, qué alegría. Aahora te da por firmar Luc no sé qué, siempre tan ocurrente.
Jajaja touché