¿Qué hiciste hoy que no hiciste ayer ni nunca?.

Llegóme un email con un montón de preguntas. Era un email FWD que en el asunto decía “Abrime o te morís en un ratito”. Que las hay las hay así que lo abrí y el mail comenzaba así:
Responde este email y reenvialo a 30 personas en 10 minutos o te morís en un ratito.

Abajo había 140 preguntas.
Elegí esta y la contesto acá y si alguien comenta puede contestarla también pero si no la contesta no se va a morir en un ratito. O sea tampoco garantizo que no se vaya a morir en un ratito, ponele que justo hay uno que no comenta, en un ciber, y justo entra un ladrón al ciber, un ladrón muy nervioso porque es su primer robo y le tiembla la mano y se le escapa un tiro y señor hueco en la frente del pobre tipo que no comentó en el blog.

Esta es la pregunta.
¿Qué hiciste hoy que no hiciste ayer ni nunca?.

Esta es la respuesta.
Bueno varias cosas. Mi vida es una sucesión ininterrumpida de hechos nuevos, vertiginosos y estrambóticos. Para empezar encontré el final del arco iris y charlé un rato con el duende.
_ ¿Cómo va?.
_ Acá andamos, cuidando el oro.
_ ¿Mucho movimiento, maestro?
_ Nah, tranqui. Por ahí cae uno que otro, pero apenas ven esto_ me muestra una ametralladora AK-47_ rajan.
_ Bueno suerte.
_ Chau flaquito, chau.

Escribí una novela titulada La clave Magritte, y me acusaron de plagio.
_ Pfft, todo es plagio en estos días_ les dije.
_ Pfft no es una palabra_ me dijeron.

Después canté una parte del himno en jeringozo. Opoidpi morpotapalepes elpe gripitopo sapagrapadopo y hasta ahí llegué…
…porque entró a casa un comando del FBI. Bajaron en sogas desde un helicóptero y me apuntaron con sus armas y gritaron
_¡FREEZE!
Y después resultó que era todo un malentendido porque creían que yo era un fabricante clandestino de explosivos.
_ Jaja, yo, un fabricante de explosivos. Mirá como me río, jajaja.
El agente no entendía español, así quee aproveche y le dije:
_ Usted es más feo que pisar bosta descalzo.
Justo llegó su traductora y le tradujo.
_ Aimsorri_ le dije, y se fueron.

Vi en la heladera anotado el turno con el psicólogo así que me fui al consultorio.
En el camino no sucedió nada muy interesante. Descubrí la existencia de Dios en el asiento del taxi pero me la olvidé.
La sesión fue entretenida. Le conté al doctor lo que había hecho durante el día y cuando terminé él se quedó callado, con las manos entrelazadas formando una pistola y el mentón apoyado en el cañón, como hacen los psicólogos, y luego murmuró:
_Qué interesante, veo que seguimos con la mitomanía. Te voy a aumentar el dencodinomato a 15 miligramos, y hacé más deporte.