¡Jo jestallamientoo de jcabezoa! Relato navideño epifánico.

Diciembre. Mediados de mes.
Como suele suceder a veces, esta mañana me sucedió a mí. Un pensamiento sólido, esférico, negro y brillante (o sea una Epifanía) se me metió por la oreja y me heló la sangre.

Yo estaba en el metro. 

Lo bueno, o lo malo, que tiene el metro, es que uno no sabe si afuera llueve, está soleado, hay meteoritos o caen vacas del cielo. Uno puede saber si llovía cuando entró al metro y podrá saber si llueve cuando salga del metro, si caían vacas, al entrar, o si caen vacas, al salir, pero la meteorología del durante-el-metro es un misterio. Yo iba en el vagón del fondo pensando en esto, y en Tina Turner, y veía al mismo tiempo un Papá Noel que caminaba entre los asientos haciendo sonar una campanita y gritando la imbecilidad más grande que se ha inventado, a saber: La Risa de Papá Noel.

¡Jo jo jo!

En ese momento, Enorme Epifanía ^{[véase nota al pie *]}.
Intentaré escribirlo persiguiendo una simultaneidad de los eventos que el lenguaje impide ante la imposición de una lectura lineal muchas veces desesperante. La epifanía se presentó durante el último «jo» de la risa de Papá Noel:

¡Jo jo jepifaníoa!

Entonces yo iba en el metro y tuve una epifanía, pero no fue una aparición y no fue una fiesta por los reyes magos. Fue la otra acepción de «epifanía»: una súbita y enorme claridad interpretativa, comprensiva, cognoscitiva y sensorial del mundo y el universo, comenzando por el vagón donde me encontraba, el Papá Noel que repetía su risa trisilábica y expandiéndose -la claridad interpretativa, comprensiva, cognoscitiva y sensorial- a Barcelona primero y luego a Europa, al mundo y después a todo el universo.

De Golpe Entendí Todo. Entendí Todo. Entendí Toda la Totalidad, y la Macrototalidad que comprendía a la Totalidad en que yo estaba, junto al mundo, y al universo, inmerso.

Me entendí. 

Aprendí lo que soy.

Fue muy decepcionante. 

Toda esa complejidad, esa inefabilidad, esa unicidad que, con secreto placer, me había adjudicado, no existía. Soy de lo más simple. De lo más simple. De hecho, descubrí con bastante horror que mi esencia, que mi ser propiamente dicho, podía destilarse y resumirse en la siguiente ecuación:

2+2= X-1

Donde evidentemente X es igual a cinco. 

Entendí, aunque no puedo explicárselo, por qué soy un cinco. Supe su número, quienquiera que usted sea. La chica que viajaba junto a mí era un 214, y era un 214 porque en su vida anterior había sido un tucán. Sí, así como lo lee. Una de las condiciones necesarias para ser un 214 en esta vida es haber sido un tucán en la vida inmediatamente anterior.

Supe que afuera llovía, y sonreí.

Mas tarde, tras la primera sorpresa ante este inesperado conocimiento total, me entretuve en preguntarme cosas cuya respuesta, claro está, ya conocía:

PREGUNTA: ¿De donde venimos, como especie?

RESPUESTA: Trúpili Agatha Islandia.

EXPLICACIÓN DE LA RESPUESTA: imposible. La respuesta es esa, pero para entenderla es imprescindible haber tenido una epifanía como la que tuve yo.

PREGUNTA: ¿Zumban los Alveolos Húsares Interdistónicos?

RESPUESTA: Zumban, sí, pero sólo cuando hace calor.

PREGUNTA: ¿Qué son los Alveolos Húsares Interdistónicos?

RESPUESTA: Dispositivos de contacto indirecto (osmóstico-sapiencial) con los globos aerostáticos neoromanos.

EXPLICACIÓN DE LAS PREGUNTAS: No se puede, imprescindible haber tenido epifanía.

EXPLICACIÓN DE LAS RESPUESTAS: Imposible. Se requiere epifanía previa.

Finalmente, y sorprendiéndome incluso a mí, que poseía el Conocimiento Total, descubrí con horror lo siguiente:

Hay epifanías parciales que el cerebro tolera. Por ejemplo, una epifanía que el cerebro puede manejar sin problemas es la repentina comprensión del Subconducto Circular de Ptsuresovich (el Subconducto Circular de Ptsuresovich será inventado en el 2016, por Ivan Ptsuresovich, y significará una revolución en el lavado y secado de prendas de color blanco.) Es decir, uno está lo más bien sentado en su casa viendo tele o jugando al dígalo con mímica o pensando en Tina Turner y de golpe tiene una epifanía. Acto seguido, piensa «epa, así que eso es el Subconducto Circular de Pturesovich». Tras compartir la anécdota con su familia o amigos, para gran diversión de su familia o amigos, usted sigue con su vida como si nada hubiese pasado.
Ahora bien, hay otras epifanías, que denominaremos epifanías totales, que el cerebro no tolera. Una epifanía total es comprender, en un instante, TODO.
La comprensión llena de pesadumbre a quien ha sufrido la epifanía. Se deleita tontamente con preguntas básicas como si los A.H.I zumban o no y luego, cuando su cerebro se sobrecarga, la cabeza del sujeto explota. Toda persona víctima de una epifanía total muere por estallamiento de cráneo en un momento indeterminado que puede ubicarse entre los primeros segundos posteriores a la epifanía y, como mucho, 48 horas después.

Simultáneamente al descubrimiento de mi inminente explosión craneal, supe otras dos cosas: a) que después de la muerte no hay nada y b) que me había hecho pis encima. El punto b) puede saberlo cualquiera, con o sin epifanía previa. Tener piernas y tacto en las piernas basta para notarse los pantalones húmedos. 

Ahora bien, saber que uno está a punto de morir, que no hay nada después de la muerte y que encima morirá meado es, se lo digo yo que sé Todo, una cosa muy fea.

Llegando a la estación Universitat, y antes de que Papá Noel completara su quinta o sexta risotada, mi cabeza estalló:

¡Jo  jestallamientoo de jcabezoa! 

~ Fin ~

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* Una epifanía es una aparición o manifestación; es también la fiesta que se hace el 6 de enero para adorar a los reyes magos. Los reyes magos son tres: Melchor, Gaspar y Baltazar, a quien se suele denominar con epítetos como El Negro o El Moreno,  para gran indignación de grupos anti-racistas, porque por ejemplo nunca se dice el Gringo Melchor, y todos saben que Melchor es rubio-ojos-celestes. Grupos feministas también se han manifestado en contra del trío de magos, afirmando que los reyes magos no eran tres hombres y que al menos uno era una mujer disfrazada. En distintas paredes puede observarse, cuando se acerca la epifanía, pintadas como:

Baltazar era mujer. ¡Tus hermanas te apoyamos, negra!

Entonces los/las anti-racistos/as y los/asfeministos/as combaten en las calles con bombas molotov y piedras y siempre hay heridos y represión policial y presos y cada 6 de enero las celdas amanecen llenasde detenidos que han puesto sus zapatos fuera de la celda pero no han recibido regalo alguno. Muchas veces, ni siquiera están los zapatos.