Para atrapar al lector ahora elevo la mirada al cielo y grito: ¡La Teta Engominada!.
Esa frase a usted ahora lo atrapó, lo encarceló, le atenazó sus curiosos globitos oculares y lo aprisionó sin esperanza alguna de que usted se vaya.
Sí sí.
La Teta Engominada.
Curiosa frase. Coherente gramaticalmente y dotada de un ritmo agradable para su recitación. Levante un brazo y con voz grave pronuncie la frase. Vamos, pruébelo. Aclárese la garganta y exclame: «La Teta Engominada». ¿Es usted tímido y acomplejado? No se preocupe. Pero admita, jaja, admita que quiere ver qué es exactamente La Teta Engominada. El artículo determinado ya le indica una cierta relevancia de la teta en cuestión. No hablamos de una teta casualmente engominada, no hablamos de cualquier teta, de una entre un montón, de una como porción representativa de un universo de tetas que han sido, vaya a saber uno por qué (o, mejor dicho, si quiere saber por qué simplemente permanezca con nosotros), engominadas, no, hablamos de LA, de LA ÚNICA, de ELLA MISMA, de AQUELLA QUE TODOS CONOCEN: ¡La Teta Engominada! Aaaah, casi siento, en la distancia cronológico-espacial que nos separa, su sistema curiotíco estremecerse, sus enzimas indagáticas palpitarle en el cartílago sófico, y sé que usted no puede no puede no puede separar los ojos de estas líneas y seguir con su probablemente aburridísima-y-carente-de-engominadas-tetas vida y en este momento interrumpo el teclear que está gestando este texto
[Espacio que representa la interrupción]
para posar mis manos sobre mi abdomen y soltar una maléfica carcajada de maligno y exitoso plan.
¡LA TETA ENGOMINADA! ¿Qué es? ¿Por qué ha sido engominada? ¿Se refiere usted a una teta animal o al seno despectiva y vulgarmente tratado de una mujer? ¿O se refiere quizás al seno de un hombre mórbidamente obeso o genéticamente inestable? ¡De quién —me imagino que usted grita ahora mismo, de rodillas, sus brazos alzados al cielo— de quién, oh oh, es La Teta Engominada!
Y en mi calidad de malabarista verbal puedo rodear la evocativa frase de contenidos aledaños y delimitantes de la teta. Puedo inventarme orígenes fantásticos o históricos, puedo decir, por ejemplo, que La Teta Antecesora fue engominada por Carlos V de Rotterdam, y que La Teta Que Nos Ocupa (es decir, L.T.E.) perteneció por un periodo corto de tiempo al principado de Nohhaben, en Arabia del Este, hasta que fue extirpada y transplantada al tórax de la Emperatriz Salinna, de Timbuctú, quien la llevó entre sus senos congénitos y fue exhibida a cambio de un módico precio en todo el Imperio.
Todo esto, obviamente, es mentira, es un experimento improvisado para demostrar que La Teta Engominada es un espacio infinito de posibilidades, es el comienzo de cualquier historia, y que está en mi poder, y sólo en mi poder, el ofrecer la explicación verdadera entre todas las posibles, en entregarle a usted La Teta Engominada Oficial (L.T.E.O.), la verdadera.
Nueva risa de confirmación al saber, anacrónicamente, premonitoriamente, que sigue usted aquí. Leyendo. Mordiéndose las uñas y odiándome. Y preguntándose qué, oh por todos los dioses, qué es La Teta Engominada. No obstante, no se pu—
[Fragmento perdido de la explicación de La Teta Engominada]
—...spondió el pato—, pero lo cierto es que usted, como el Pato Jorgelino, el palmípedo ítalo-eslovaco, tampoco llega a intuir, todavía no, a pesar de las pistas claves que se han visto en el diálogo entre Jorgelino y la tortuga Mo3 (o Mo Al Cubo), qué demonios es la Teta Engominada. Tampoco sabe y se pregunta retóricamente, con latigazos metafóricos en la espalda cual miembro vitalicio del Opus Dei aplastado por la culpa, se pregunta por qué comenzó a leer esto, esta cosa en este blog, este texto maldito, rozando lo diabólico, que propone la existencia real o simbólica de una teta untada por gel para el cabello, brillante, un seno de pezones rozados, quizás, o tal vez una ubre ordeñada por encima de su tolerancia, una ubre, como dirían los angloparlantes, overordeñated:
Del Oxford Advance American Dictionary of Chicano Neologisms:
Overordeñate: verb.
1 To extract milk beyond the maximum capacity of the breast that is being milked.
2 Vulgar. To die during the act of masturbation.
Cualquiera sea la representación mental que esté usted, preso lector, haciéndose de L.T.E., las posibilidades de que sea acertada son mínimas, mínimas, pues si algo puede decirse de La Teta Engominada es qu—
[Fragmento ilegible debido a la acción impiadosa del tiempo y sus pacientes dedos erosivos acariciando por milenios la piedra en que fue tallado el manuscrito original que se transcribe a este punto recóndito del universo binario que otros llaman Internet]
(…) pues ya lo dice el antiguo poema maorí, que llega a nuestros días incompleto:
La teta opacasu brillo perdido anticipala cosecha perdida.Del Gran Dios Senola ira a nosotrosse dirige.
Hermosísimo poema maorí donde se ubica la primera mención indirecta al posible origen divino, mitológico, de La Teta Engominada, el gran Dios Seno cuya ira parece surgir de la teta sin brillo. Estudios antropológicos han concluido que algunas subculturas maoríes adoraban a una Divinidad representada en antiguos grabados como un brillante y gigantesco seno flotante, de cuyo pezón se desprendían rayos de bondad que santificaban los cultivos y auguraban buenas épocas de siembra y cosecha. Una de las más antiguas obras pictóricas encontradas en cuevas neozelandesas presenta al Dios Seno rodeado de un aura de su propio brillo, y debajo la leyenda «ik ik ik», que en maorí significa «El seno cubierto de sustancia brillante predispone al maíz a florecer y abundar». La Teta Engominada es entonces, en sus primeras apariciones terrenales, un dios de la fertilidad, un dios masculino y sin embargo teta, algo que quizás satisfaga, por lo menos parcialmente, la curiosidad del lector, jajaja, pero esto es tan solo el comien—
[Fragmento voluntariamente sustraído para generar mayor sensación de misterio. El texto completo puede consultarse en otro sitio web que no diremos]
—plicación concreta de lo brillante que puede resultar un seno tras su untamiento en alguna sustancia reflectante, llámese a esta gomina, gel, aceite o purpurina”, afirma el Licenciado en Lubricación Sinusal Gregorio Nipple, en una óptica opuesta a la opinión antecitada del romano Titus Misóginus. En ambos casos, sin embargo, percibimos un interés, común al nuestro (y cuando digo nuestro quiero decir suyo, pues jajaja yo ya conozco la exacta naturaleza de La Teta Engominada), de descifrar de una vez y para siempre qué es L.T.E., por qué, y en el interés que comparten Misóginus y Nipple, dos catedráticos de paradigmas opuestos, podemos ver el comienzo de una aproximación a la conclusión de este maldito, maldito texto: que no hay un acuerdo satisfactorio, que no sabemos todavía qué dijo el pato ítalo-eslovaco Jorgelino, qué dijo Mo3, cuál es la correcta, completa significación del poema maorí o si es prudente adjudicar un significado tan concreto a la leyenda que subtitula el pictograma de la caverna: «Ik ik ik». De todo esto, y de muchas otras pistas que no explicaremos aquí (y por aquí me refiero a este post, no al manuscrito original sometido a los irreverentes, deteriorantes besos de Cronos) emana siempre la misma, imparcial e irritante conclusión de que no sabremos nunca a ciencia cierta qué es, fue o ha sido siempre La Teta Engominada, aquella que Rafael ya pintara de manera deliciosamente femenina, sensual, con colores que pueden casi saborearse, aquella que Escher dibujara como una espiral imposible que comienza y termina en un pezón-iguana, aquel iracundo Dios Seno cuya opacidad asesina a los choclos neozelandeses, etcétera.
[Espacio para que el lector piense en el misterio que acaba de nacer]
Déjolo en paz, paciente, desesperado lector, para que acuda ahora a las sombras de la meditación infraocular, id est, a la reflexión de ojos cerrados, anhelantes de paz intrauterina, y en ese estado mental pueda usted, aunque sabidamente condenado al fracaso, continuar sus elucubraciones y acercarse al espejismo inabarcable de la Teta Engominada.
~ EL FIN ~
2 Comentarios:
¡Sos un DJ del lenguaje!
to overordeñate, or not to overordeñate, that is de question, dijo Hernán Shakespeare, el onanista.
Gran verbo!
Por el M.E.V. que es usted un monstruo; plantear semejante espejismo inabarcable es espeluznante.