Aventuras de Autor Inédito en el Mundillo Literario. Segunda parte.

lunes, 7 de noviembre de 2011 |

Tiene lugar a continuación la segunda parte de las aventuras de Autor Inédito en el Mundillo Literario y prosiguen sus reflexiones y aprendizajes sobre sí mismo y su relación con Las Cosas. Para quién no haya leído la primera parte, es harto recomendable que lo haga antes de leer esto haciendo click aquí.

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Su ingenuidad se le reveló a Autor Inédito como la principal causa de una negación que le había impedido ver, hasta ese momento, la hostilidad y el resentimiento presentes en todos los actos y momentos de su vida, y la proyección de ese resentimiento y esa hostilidad hacia el mundo exterior –incluida la Literatura como vivencia personal (lectura, reflexión, escritura) y como actividad social (posibilidad de publicar, asistencia a performances, recitales, presentaciones, conferencias, spoken words, teatralizaciones, proyecciones de entrevistas, socialización a través de redes sociales, blogs y web 2.0 en general, etcétera)– le era desconocida por culpa de esa misma ingenuidad que se traducía en negación y adjudicación de la hostilidad y el resentimiento propios al Mundo Exterior en una suerte de a) profecía autocumplida mediante la ilusión de b) una conspiración de la que él era la única víctima.

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Aceptar esta triste epifanía no fue fácil para Autor Inédito. Su salida al mundo (punto 2 de este relato) fue, si no un fracaso porque de ella resultó la importantísima lección que derivó en la epifanía, sí al menos una frustración en términos de establecer contactos y cultivar la Cordial Amistad. Sin embargo, ahora que sabía que todo esto era, por lo menos, parcialmente incierto, es decir, que no era imprescindible ser parte (de la idea que él se había hecho) del Mundillo Literario y que este Mundillo probablemente no fuera un medio invadido por los distintos niveles de hostilidad y resentimiento que él le había adjudicado (como se estableció en el punto 4 de este relato), ahora que sabía todo esto, Autor Inédito tuvo que asumir un papel activo y abandonar el conformismo de la teoría del complot. Tenía que, en definitiva, hacer algo así como C:/format donde la unidad C es el drive que contiene toda su teoría  (ahora refutada) sobre el Mundillo, la Cordial Amistad y sus distintos niveles de hostilidad y resentimiento.
Formatear una unidad cerebral no es fácil y muchas veces se necesita de ayuda profesional. Alguien que ha sido, por ejemplo, asaltado en la calle con un revólver y de ese asalto ha salido sin zapatillas y con una galopante agorafobia, esa pobre víctima no puede volver a su casa y teclear mentalmente C:/Traumas/Asalto/format.exe y a sonreír diciendo «otra cosa mariposa». Todos esos archivos en general están ocultos y protegidos por contraseña y entonces a veces hacen falta años y años de paciente terapia hasta descifrarlos y acceder a ellos, defragmentar todo, etcétera. Autor Inédito no estaba tan afectado como el hipotético asaltado, pero el abandono de esa comodidad que resulta del convencimiento de que uno es inédito solamente porque carece de elementos que en definitiva no tienen ninguna relación con el Talento y con la Calidad de su Literatura resulta un trauma en sí mismo y empuja, evidentemente, a un análisis íntimo y una formulación frente al espejo de la pregunta clave:

 ¿Tengo talento para la Literatura?

La respuesta propia no posee en sí misma una garantía de verdad, y sin embargo es la única que importa. Desmoronada la negación que le ofrecía el "Sí, tienes talento", Autor Inédito observa con horror un NO dibujado en el espejo, casi imperceptible pero indudablemente NO, NO TIENES TALENTO, APESTAS, GRACIAS A DIOS TE DISTE CUENTA DE UNA PUTA VEZ QUE APESTAS ESCRIBIENDO.

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El autoestima es siempre un castillo de naipes y aquellos que parecen en posesión de una seguridad invulnerable suponen un caso en que lo único difícil es encontrar el naipe-angular que provocará el derrumbe. En la Sociedad en Que Vivimos tendemos siempre a definirnos de acuerdo a lo que hacemos, de acuerdo a lo que nos dedicamos. A veces incluso respondemos a la pregunta sobre nuestra profesión como SOY carpintero o SOY martillero público o SOY creativo publicitario. Si alguien se acerca silbando y nos demuestra con evidencia que no podemos refutar que SOMOS pésimos carpinteros o pésimos martilleros públicos o que no tenemos creatividad y que nuestras publicidades son horriblemente tontas y olvidables, es muy probable que hayan soplado el naipe-angular, la base de nuestra autopercepción, y, para decirlo de una manera que todos entendamos, se va todo a la mierda.
Autor Inédito, frente al espejo, supo que no importaba cuántos halagos, cuántas reseñas positivas pudiera recibir su obra si ahora se editara, supo que ahora mismo el lector más importante, él (y lo cursi de todo el razonamiento le provocó una sonrisa por la propia calidad de cursi pero también porque esto suele ser un criterio de validación muy efectivo), no estaba conforme con su obra –la del blog y la que se acumulaba en arial 12 en decenas de archivos .doc repartidos en decenas de carpetas bajo una principal llamada MIS ESCRITOS). El castillo de naipes se derrumbó, sí, pero en los escombros Autor Inédito encontró la paz. Del llanto frente al espejo pareció egresar limpio de prejuicios, ajeno a los distintos niveles de hostilidad y resentimiento que quizás existieran en el Mundillo Literario y quizás no. Lo importante no era alcanzar  la conformidad con sus textos, que equivale siempre al estancamiento y la muerte de la obra, pero sí aumentar el placer de la lectura que sus propios textos, no, que la escritura de sus propios textos pudiera darle. Y otra vez sonrió y pensó qué cheesy (porque de su breve cultivo de la Cordial Amistad había aprendido esa y otras frases en el deprimente y cada vez más popular dialecto spanglish) pero supo que sólo así podría salir al mundo y al Mundillo y hasta quizás saltar al papel y ser leído y entender que todo, todo lo demás, es artificio.

~ Fin de la segunda parte ~

Es este sin duda un hermoso final para el relato de Autor Inédito, y por lo tanto aprovecharemos el momento para separar nuestros caminos y desearle all the best  (así, en spanglish) en su nueva vida. Sin embargo, es posible que volvamos a verlo, quién sabe cuándo, dónde o en qué circunstancias. Y si nunca volvemos a saber de él, nos despedimos agradeciéndole el aprendizaje que nos ha dejado en su maravilloso relato, que es casi una Bildungsroman posmoderna (aunque probablemente él no estaría de acuerdo).


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