Re: MEMO.

Estimados señores de la parte de recursos humanos:

Hace un momento he arrojado, convertido en un bollito empapado en el sudor de mi mano iracunda, el memo que nos han enviado solicitando a todo el personal de la empresa la tarea de sintetizar nuestras vidas en un texto que no supere los 30 renglones.
Pues bien, aquí está.
Lo he hecho porque me pareció lo menos que podía hacer después de que se han tomado el duro trabajo de especificar el tamaño y la fuente de la tipografía a usar, el tipo de interlineado y la medida de los márgenes y hasta han programado un archivo especial que se corta automáticamente cuando se ha llegado al límite de caracteres permitidos; y también lo he hecho porque de no cumplir con lo que requerido en el memo que han enviado, el señor Masegui de personal me llamará a su despacho y me despedirá gritándome como grita él siempre, con la cara roja y millones de partículas de saliva aterrizando como naves invasoras sobre la cara de su interlocutor. Claro que nada me garantiza mi permanencia en la empresa cuando hayan terminado de leer mi vida toda apretujada en estas líneas, tan amontonado todo para que entre en pocos renglones que me trae a la memoria el día que nos fuimos a Río Ceballos un fin de semana con la familia de mi mujer. Ibamos mi mujer, mi cuñado, los chicos de mi cuñado, mi suegra, mi suegro, un amigo de mi suegro, el hamster del amigo de mi suegro porque no encontró con quien dejarlo y yo. Se imaginarán los señores de la parte de recursos humanos lo apretujados que íbamos todos en el Fiat 600. Bueno así de apretujada quedará mi vida en estos pocos renglones. Y eso sin contar el valiosísimo espacio que he perdido hasta ahora en cosas que no merecen lugar alguno en un texto de esta naturaleza, ya que el fin de semana en Río Ceballos no fue un hecho que destaque en mi vida, por lo menos no como para incluirlo en una síntesis tan ajustada que exige la más fina destilación de mis recuerdos con el propósito de plasmar sobre la pantalla de mi computadora tan sólo los mejores y más representativos momentos vividos.

Tampoco tendría que haberles reconocido el esfuerzo que se han tomado al aclarar las pautas de formateo del documento que debemos entregar si no queremos que nos grite, nos salpique con saliva y nos despida Masegui de personal . Qué manera de perder irrecuperables caracteres en detalles sin importancia. Así ya no creo que me quede mucho para contarles los hechos de mi vida. Aunque probablemente los 30 renglones completos no alcanzarían para contar mis días, menos ahora que he derrochado tantas líneas en cosas irrelevantes como la metáfora donde comparo la saliva de Masegui con naves invasoras.

Así que bueno, iré directamente al gran