Final triste y final feliz del incidente con el francotirador más amable del mundo.

lunes, 22 de octubre de 2012 |


El francotirador más amable del mundo cuando siente que le viene la psicosis en forma de ganas de subirse a un campanario y matar a todo el mundo con su sniper lo que hace es cargar su rifle con balas de mentirita, balas que solo explotan pero que no sale nada, o sea no viaja nada ni nada impacta, y lo que hace el francotirador más amable del mundo es gritar desde el campanario "mueran todos, mueran todos hijos de puta, niños, niñas, hombres, mujeres, perros, caballos, cerdos, unicornios" (porque en su psicopatía el francotirador no distingue mucho la fauna real de la fantástica o la fauna urbana de la selvática, etcétera) y mientras se desahoga verbalmente, el francotirador más amable del mundo dispara sus balas de mentirita apuntando a la cabeza de los peatones que escuchan las explosiones y los gritos y se tiran al suelo y se tapan la cabeza, porque claro, ellos no sospechan que el psicópata del campanario es casualmente el francotirador más amable del mundo, que nunca le haría daño a nadie ni siquiera si la Patria lo autorizara por ejemplo en forma de una orden ultrasecreta de matar de un balazo entre los ojos al Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, no, el francotirador se negaría rotundamente y ofrecería cabizbajo sus temblorosas muñecas para que su comandante en jefe lo arrestara por traición o por desacato, no sé qué cargo corresponde en situaciones como esa. Sin embargo, ahí están los peatones aterrorizados y ahí está el psicópata gritando "mueran, lacras, insectos, proyectos de algo que en su idea original tendría valor pero que fracasó y ahora son como unas masas hediondas de carne y órganos caminando por la calle, con la ilusión de autoconciencia y libertad, ja ja ja, miren cómo me río, inmunda sociedad que me hizo así..." y cosas por el estilo, es decir muy típicas de cualquier psicópata.

Como todo es real menos las balas de mentirita, las Fuerzas Especiales no tardan en llegar. Una situación como ésta no te la resuelve la policía estándar digamos, no, el comisario Rodriguez de cada día, no, no, para este tipo de enfermitos es necesaria la intervención de comandos de élite, estos locos que se tiran desde helicópteros y gritan "Freeze right there motherfucker!!" y tienen el gatillo bastante fácil y uniformes negros y visión nocturna y granadas de humo y miras láser. Cuando llegan las F.E. la policía estándar se ha encargado de hacer un cerco para evacuar la plaza pero el loquito sigue apuntando y disparando y gritando consecuencia de lo cual es que se siguen escuchando los tiros y consecuencia de lo cual es que sigue habiendo un pánico importante, una alerta naranja según el líder del Comando de Élite, que está al frente de sus hombres y levanta un puño cerrado (ese gesto significa que no se avanza.)
El jefe de la policía estándar le pasa un megáfono al jefe de las F.E. pero este lo rechaza y sin mirarlo le dice "ya se puede ir, Juan, nosotros nos encargamos", a pesar de que el jefe de la policía estándar se llama Felipe. Esto es muy común en los líderes de los Comandos de Élite, lo hacen para marcar una diferencia cualitativa de sus servicios y de su importancia con respecto a la policía estándar o a la guardia civil y ni hablar de los de seguridad privada que a veces solamente tienen el palo ese como única arma y por las noches sueñan sonrientes que tienen miras láser y visión nocturna y que se tiran desde helicópteros y atraviesan techos de cristal gritando "It's killing time, bitches!!". El líder de las F.E. abre el puño y señala el campanario. Los comandos corren con sigilo, para enorme sorpresa de la policía estándar, en fila, apuntando sus armas en todas direcciones. Es pleno día soleado, despejado pero muchos usan la visión nocturna porque hay que amortizar los gastos de Defensa Nacional, o quizás porque están con muchas ganas de estrenarlas y entonces las usan aunque no haga falta e incluso aunque les quite capacidad de visión, porque se ve todo en un verde muy muy claro.

Mientras tanto, el francotirador más amable del mundo se encuentra en una breve reloading pause, que es como se le dice en jerga de francotirador al descanso que se toma uno en el medio de una masacre o de una misión para cargar balas. Mientras llena el cargador con una nueva tanda de balas de mentirita, el psicópata respira hondo y no grita nada. Tiene los ojos cerrados y por su mente pasan muchas imágenes de naturaleza psicópata, muy confusas y que siguen mezclando ideas inconexas, como hizo antes cuando gritó unicornios a pesar de no encontrarse en la plaza ningún tipo de equino real, no hace falta ni mencionar alguno de naturaleza fantástica. En la mente del francotirador las ideas ocurren de manera similar a los sueños esos en que uno es a la vez, por ejemplo, una araña y el Estado de Nebraska, algo del todo imposible en la vigilia y del todo ilógico en cualquier plano racional, es decir hay cosas que por más ecuaciones que uno haga no pueden tener sentido, y una de ellas es ser al mismo tiempo una porción del territorio estadounidense y un arácnido. Algo así solo tiene cabida en el distrito onírico de la vida... y en la mente de los psicópatas como el que hoy nos ocupa. Pero en su cabeza no hay ni arañas ni estados norteamericanos, esto era un ejemplo; hay otras cosas muy difíciles de explicar, y hay también un sector no tan defectuoso de su psique que le da al psicópata un margen de autoconciencia, digamos, en el que él se observa a sí mismo en el campanario, salivando sin control y cargando las balas de mentirita, y esta porción es la que en primer lugar le permite usar esas balas y al mismo tiempo es la porción que más daño le hace, porque los que son 100% psicópatas ni se preocupan de las consecuencias ni de nada, salen con balas de verdad y matan hasta que la policía estándar o los comandos de élite los neutralizan (que es como se le dice en jerga de francotirador a matar a alguien) y a otra cosa mariposa. Pero cuando se es 95% por ciento psicópata y el 5% restante se mantiene en el área que hemos dado en llamar cordura, y si encima ese 5% configura la psique sana del francotirador más amable del mundo, entonces se forma un Señor Dilema Moral que no sólo potencia la psicopatía final sino que lleva al pobre Sujeto Dividido al padecimiento de culpas de magnitudes astronómicas. Por suerte, o quizás desafortunadamente, antes de que el tipo se desmaye nada más que por sobrecalentamiento del cerebro, acaba la reloading pause y entonces el francotirador reanuda sus gritos y los disparos de mentirita a la cabeza de los comandos de élite que se acercan al campanario. Algunos entran y van subiendo la escalera en espiral que lleva al campanario y otros tiran desde afuera cuerdas parecidas a las que usa Batman, esas que se disparan desde una pistola especial y que tienen ganchos en la punta que se traban en cualquier superficie que asome o con relieve, digamos, y la cuerda queda tensa y los comandos suben por las cuerdas mientras otros suben por la escalera y nuestro francotirador, muy amable él pero psicópata a pesar de todo, les grita "mueran, mueran todos, mueran los hombres y las sandalias, los teros y las marmotas" porque ahora su psicopatía ha llegado a un nivel tan alto que ya confunde directamente lo biótico (por ejemplo las marmotas)  con lo abiótico (por ejemplo las sandalias). 

El final feliz de este incidente es que el comando de élite está estrenando este mes unos Electric Tasers, que son unas cosas negras que disparan un cable de alta tensión que se clava en la víctima y la electrocuta moderadamente, son unas armas no letales que está implementando Defensa Nacional para reducir las muertes colaterales que se dan cada vez que hay que intervenir en situaciones de psicópatas en campanarios o en masacres en universidades, etcétera. El final feliz es que el comando está estrenando estos tasers y están todos tan ansiosos que en lugar de sacar las pistolas, cuando finalmente llegan los que subieron por las cuerdas con gancho (los que van por la escalera tardan un poco más), sacan estos tasers eléctricos y electrocutan moderadamente al francotirador más amable del mundo, el que nunca le hizo daño a nadie y que dominó el arte del disparo a distancia practicando con esas dianas en forma de silueta de persona, lo electrocutan y lo dejan fuera de combate y con secuelas a corto y mediano plazo pero nada crónico, unos temblores de vez en cuando durante las próximas semanas y un ritmo parpadeico más acelerado de lo normal. 

El final triste de este incidente es que el autoestima del Comisario Felipe, de la policía estándar, se ha visto severamente dañada por el maltrato del líder de las F.E. (recuérdese que lo llamó Juan, negando diagonalmente su mismísima existencia sin siquiera mirarlo a la cara)  y este pequeño trauma es un guijarro diminuto rodando lentamente por la ladera de una nevadísima montaña, un guijarro que crecerá imperceptiblemente pero generando una enorme cantidad de energía que se ramificará en dos grandes cambios en la vida del Comisario Felipe: la primera rama le dará la determinación y la disciplina necesaria para matricularse en la Academia de Las Fuerzas Especiales y entrenar con dureza durante los próximos cinco años, que es lo que dura la carrera de comando de élite, más otros dos años que es lo que lleva especializarse como francotirador. La segunda rama será el guijarro (o sea el trauma) descendiendo por una ladera altísima y copiosamente nevada, convirtiéndose en una bola de nieve (podemos decir, un profundo resentimiento) y finalmente en una avalancha de las buenas (es decir, siguiendo la metáfora, una psicopatía en toda regla). Y no hace falta decir que no hay nada peor que un psicópata entrenado en las F.E. y muy resentido con el mundo que ha negado su mismísima existencia y lo ha llamado Juan, cuando estaba muy visible en su placa de policía estándar que su nombre es Felipe.

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