La herencia genética que arrastra la humanidad es una forma de memoria del Todo.

sábado, 9 de noviembre de 2013 |

A C.

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Hay una certeza reconfirmada cada treinta o cuarenta minutos de que toda mi situación actual es circular, completa, perfecta, cerrada y paradisíaca. Y eso, aunque parezca contradictorio, me está empezando a producir una sensación de pánico que no alcanza a destruir la felicidad absoluta de este momento o de esta, digamos, 'etapa' de mi vida donde en serio que hay muchísimo placer y todo está en orden y flota mucha felicidad en el ambiente, y aunque no destruye esa felicidad, esta idea es como un gusano que se mete en todo y me preocupa, como un ruidito de fondo, como un poco de arena molesta en la punta de la zapatilla o cuando tenés un poco de grasa en la nariz y se resbalan los anteojos. O como un gusano.
Es una sensación de pánico que hasta hace poco no sabía decir por qué me daba o de dónde venía pero ahora creo que tiene su origen en una cosa que todos sabemos a pesar de que nadie la recuerda, lo que se dice recordar, nadie la recuerda, y que es la Felicidad Bastante Enorme que (se dice que) sienten los bebés cuando todavía no han nacido pero ya han desarrollado todo lo que se necesita para sentir felicidad, supongo que a partir de los tres o cuatro meses de existencia, porque antes son fetitos bastante básicos e inservibles por lo menos en todo lo relacionado con sentir felicidad con sentir cualquier cosa, pero a partir del cuarto mes ya deben tener filamentos y papilas y terminaciones nerviosas apropiadas para el disfrute total del saco amniótico y la paz que en él reina, y entonces también se dice que el primer gran trauma de todos nosotros es justamente que cuando estamos ahí lo más bien, déle disfrutar del saco amniótico y comiendo a través del cordón umbilical y en un estado puramente pasivo y receptivo y sin mayores preocupaciones sobre nada que no sea por ejemplo la incomodidad de alguna postura que ha adoptado la madre o la necesidad rápidamente satisfecha de patear porque sí, en fin, el primer gran trauma es cuando estamos en eso y de repente pam se rompe la bolsa y a través de los filamentos y las papilas y las terminaciones nerviosas que nos conectan con nuestra muy apeciada madre se nos contagia un pánico indeterminado que nos causa una sensación como de urgencia por llegar a un lugar que obviamente no sabemos qué ni dónde es porque para ser sinceros ni siquiera hemos asimilado el concepto de ‘lugar’ ni el concepto de ‘ir’ ni el concepto de ‘distancia’ ni el concepto de ‘concepto’, pero todo nos viene dado exógenamente y después resulta que nos ciega un resplandor horrible y nos llegan ruidos desamortiguados y directos y horribles y una brisa de lo más hedionda nos hiela todo el culito y las piernitas y la cara y la calvita y si en el estupor nos olvidamos de llorar viene un diplomado de mierda y nos nalguea para rematar el estado de EEF (Enorme Enorme Frustración) en la mutación que acaba de tomar la situación en toda su enteridad, ¿sí?. Bien.
Mi sensación de pánico se debe justamente a que cada treinta o cuarenta minutos yo confirmo que toda mi situación actual es básicamente circular, completa, perfecta, cerrada y paradisíaca. Y aunque estoy muy al tanto de que no estoy flotando en líquido amniótico y de que tengo 34 señores años y peso la suma para nada despreciable de 97 kilogramos, lo cierto es que últimamente me sorprendo presa del temor más absurdo, a saber: miedo a que en cualquier momento pueda yo proceder a nacer. Me despierto en medio de la calurosa noche y empiezo a manotear al aire como buscando un partero a quien golpear y gritando «¡Suéltenme, hijos de puta, yo no pienso nacer, no pienso nacer, fuera, fuera!» y el ventilador de techo girando parece sacudir las aspas en un gesto como de 'me da vergüenza estar moviendo el aire para un imbécil como vos'. 
Cada diez o quince minutos me llevo la mano a la panza y confirmo la presencia de un ombligo que a su vez confirma un nacimiento ya ocurrido, y nadie nace dos veces en un sentido literal, jajaja, es decir nadie tiene dos ombligos a menos que desde el comienzo haya sido un fetito mutante con dos cordones umbilicales y entonces sí, pero incluso eso no significa nacer dos veces sino nacer una sola vez pero con una importante mutación abdominal, a saber: dos ombligos. Y hay muchos que dicen que han vuelto a nacer pero eso es el sentido metafórico de recuperarse y enderezar la vida, por ejemplo los que pasan de una adicción muy muy fuerte a la masturbación por ejemplo, y un día se dan cuenta de que sus genitales están en muy mal estado de tanto usarlos onanísticamente y dejan para siempre la masturbación o por lo menos adoptan una frecuencia regular del autotocarse, por ejemplo tres veces a la semana, y entonces esta gente disfruta mucho de ver cómo sus genitales se van regenerando y recuperando la piel que se les había caído y perdiendo el rojo irritado, etcétera, y estos adictos rehabilitados dicen justamente cosas como ‘desde que no me toco quince veces por día he vuelto a nacer, pero está claro que tienen un ombligo (o dos pero por mutantes) y que biológico-literalmente han nacido nada más que una vez. Cada diez o quince minutos me toco el ombligo para confirmar todo esto, y respiro el aire, troto, hablo y voy al baño mucho más de lo necesario para asegurarme en cada acto que no soy un fetito flotando y que mi felicidad total, mi situación actual descriptible como circular, perfecta, cerrada y paradisíaca se debe a logros conscientes, reales, perseguidos durante mucho tiempo y alcanzados gracias a la perseverancia y a un estilo de vida adulto y responsable y por lo tanto no estoy pero para nada viviendo en una placenta y no estoy pero para nada flotando en un saco amniótico y no estoy pero para nada a punto de nacer a pesar de que la felicidad antedicha pudiera interpretarse como síntoma claro –sobre todo con lo difícil que es en la actualidad ser feliz después de nacer– de estar yo ahora mismo en el vientre materno.

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Dicho lo cual, la paradoja que se crea es el ejemplo máximo, quizás, de la eterna, inevitable Insatisfacción Humana. Mi felicidad rotunda es la propia causa, la propia sustancia que alimenta al Gusano que me susurra al oído «Jajaja, todavía no naciste, por eso estás tan bien, y ni te diste cuenta de eso, imbécil, jajaja, qué tonto», (no sé por qué es un Gusano), y también me susurra «Por qué te creés que no te acordás de cuándo naciste, ¿eh?, es obvio, ¡es porque todavía no naciste, papanatas!!» y en el medio de mi descanso en el sofá + visionado de alguna película de Steven Seagal, que es lo que a mí me gusta hacer los domingos a la hora de la siesta, en medio de la película palidece mi rostro cual hoja de papel o cual albino asustado o cual estrella distante ante la cuasi certeza de Oh oh oh mi incipiente nacimiento. Y entonces me agarro a los almohadones del sofá, pongo el televisor en mute y observo atónito a Steven Seagal modulando palabras sin sonido o golpeando a gente de otras etnias distintas de la suya al tiempo que pienso con horror que en cualquier momento llegará el resplandor de la luz real, del sonido real, del egreso al mundo desconocido y desamniotizado donde todo huele mal y duele y donde te pinchan y te roban y salen cánceres y donde nada es ni circular ni perfecto ni paradisíaco ni cerrado y el doctor te nalguea si no llorás, enseñándote en cada golpe la obligatoriedad del sufrimiento, la inevitabilidad de todo lo feo y todo lo malo. La paso muy mal en esos momentos.

Llevo así bastante tiempo. Me toco el ombligo cada cinco minutos y mantengo numerosas reaciones sexuales sin condón con distintas mujeres. Persigo embarazos que demuestren que ya nací,  porque si tengo un hijo es como muy muy obvio que ya nací, nadie nunca puede tener hijos sin haber nacido, eso es impensable desde la lógica básica que sostiene el tejido cósmico, ya está, eso no se puede discutir, es así y punto. Pero ninguna de mis compañeras sexuales se queda embarazada porque todas deben tomar anticonceptivos por su cuenta o por ahí son infértiles o por ahí yo soy infértil («o por ahí todavía no naciste, salame» me grita el gusano).
Voy funcionando socialmente más o menos bien. A veces me distraigo y sigo un hilo de pensamiento que me va llevando lentamente a un estado de sopor del cual regreso sobresaltado y entonces asocio ese sobresalto al Nacer, y empiezo a patear y manotear como luchando con un partero fantasma, una Entidad Partera Superior que no existe pero que yo siento en medio del pánico. Pero por lo demás funciono más o menos bien y podemos decir que soy muy muy feliz.

«La herencia genética que arrastra la humanidad es una forma de memoria del Todo y entonces tu ombligo puede ser una construcción imaginaria de tu mente bebé flotando en la no-consciencia placentaria amniótica abdominomaternal, pero todo construido a partir de esa herencia. Esto explica que sin haber salido al mundo ya sepas lo que es el mundo y sepas lo que es el ombligo y te convenzas de que tenés un ombligo pero en realidad no naciste.» Sueño con el gusano diciéndome todo esto al oído y me despierto y peleo con las sábanas y por un momento de pánico apoteósico estoy convencido de que las sábanas son en realidad líquido amniótico o placenta o Panza de mi Madre y en serio que es un miedo muy primario y me orino un poco. Por suerte un desayuno y quizás un coito matinal con alguna compañera sexual solucionen la perspectiva de un día tan mal empezado. Funciono bien.

3

Y bueno, pasan varios meses así. Todo es muy perfecto pero cada vez más feo porque no hay nada malo que indique que ya nací, y lo único tan perfecto y a la vez real que se me ocurre es el momento preparto de los bebés cuando, sin ser fetitos básicos sino seres con filamentos ya desarrollados para sentir placer y felicidad, no han nacido todavía. Pasan varios meses y me voy volviendo especialmente descuidado. Cruzo la calle sin ver a los costados, me exijo demasiado en el gimnasio, me pego unas Señoras Fiestas con muchas drogas y mucho alcohol y muchas compañeras sexuales de varias etnias distintas, a veces varias a la vez. Usted ahora se preguntará cómo consigo el consentimiento de varias compañeras sexuales de distintas etnias todas simultaneando en el lecho. La verdad, no lo sé. No tengo idea. La vida simplemente me va llevando a situaciones en las que me veo de repente en fiestas donde hay mucha droga y mucho alcohol y muchas mujeres dispuestas a participar conmigo de episodios orgiásticos bi-sexuales muy muy descontrolados. ¿Ve lo que le digo? Ni yo me lo creo. Y tengo un trabajo donde me va todo muy bien y me pagan mucho y no son muchas horas de trabajo y a veces ni me doy cuenta que ya estoy de nuevo en la cama entrelazado en posiciones super locas con varias mujeres a la vez y con mucha cocaína en el sistema. Y me encuentro también muy bien en soledad, en compañía de un libro o una revista o una película o el piano. Ah, eso: toco fabulosamente bien el piano, lo cual a veces ayuda en la búsqueda del consentimiento de las mujeres, es verdad, pero todos sabemos que tocar bien el piano no te garantiza una orgía con compañeras sexuales de varias etnias distintas, y entonces seguramente, seguramente estoy flotando en el vientre de mi madre y no nací. Estoy muy bien todo el tiempo excepto cuando me asalta la duda sobre la realidad de todo esto y la certeza de que en realidad estoy a punto de nacer.
Bueno, total, que me voy volviendo muy descuidado con las sustancias y con la protección anticonceptiva y/o contra enfermedades venéreas y voy a mil por hora por callecitas donde la velocidad máxima es cuarenta y cruzo sin ver o con el semáforo en rojo, etc. Mi descuido tiene mucho que ver con un secreto convencimiento conseguido por el Gusano de que en realidad no he nacido, de que todo este mundo es una construcción mía y por eso todo es perfecto y muy fácil para mí. Soy como Neo en la Matrix, secretamente empiezo a pensar que soy como Neo en la Matrix, y voy por la vida drogadísimo y cruzando semáforos en rojo y empujando los límites de la tolerancia humana con respecto al sexo, la comida, el ejercicio, las drogas, las bebidas, la cantidad simultánea de compañeras sexuales, etc, y un día en el medio de la calle no veo a ninguno de los costados y un camión enormísimo, del tamaño de una nave intergaláctica o de una ballena con ruedas, me levanta por los aires a mucha altura y durante mucho tiempo porque me choca muy fuerte y yo voy volando por el aire tanto tiempo que tengo tiempo de pensar en lo tonto que fui al creer que no había nacido, ahora que este camión acaba de chocarme tan fuerte que me ha quebrado las piernas y los brazos y siento también las costillas muy fracturadas y mi lengua toca mucha encía o sea que el choque me ha saltado algunos dientes y noto la caricia cálida de la sangre en mi cara, muy viscosa y real, y sigo volando por el aire esperando simplemente caer y morir, lamentando lo tonto que fui creyéndome un no-nacido, creyéndome un fetito con filamentos sumido en la felicidad amniótica, creyéndome Neo de la Matrix, en lugar de dedicarme a cuidar mi realidad perfecta, circular, cerrada, paradisíaca, en lugar de disfrutar de mi trabajo y de mis fiestas y de mis drogas y de mis coitos frecuentes con compañeras sexuales de distintas etnias, y qué tonto fui al escuchar y creerle al Gusano que me aseguraba que no había nacido, y vuelo por el aire llorando por todo lo hermoso de mi vida y lo horrible que es que termine así, y preguntándome también por qué pienso en un Gusano cuando escucho la voz que me dice que todavía no nací y que todo esto es una construcción basada en la memoria genética del Todo, y mientras me pregunto por qué le doy forma y nombre de Gusano lo veo, ¡lo veo!, lo veo con un horror que no es de este mundo, lo veo saliéndome del vientre, un gusano negro y retorcido, vuelo por el aire y el gusano me brota del vientre y sigue hablándome, me dice que todavía no nací, que me tranquilice, que soy un imbécil por creer que me voy a morir, me asegura que aún no nací y que no existe ni el camión ni la calle ni este mundo ni mi muerte, me dice, y ríe, y luego enuncia muy claramente la frase «Esto recién comienza». Yo quiero gritar de horror porque la verdad es que es algo muy horroroso que te brote un gusano del vientre cuando te acaba de chocar un camión y vas volando por el aire, pero algo me impide gritar, no puedo, me falta el aire, me falla la garganta, los pulmones colapsan, me sofoco. Me ciega la luz del sol y todo es ruidoso y desamortiguado, y un extraño viento me vuelve del revés, la gravedad de repente es rara, mi cabeza me pesa muchísimo y mi cuello tiene una fragilidad súbita, y todo mi cuerpo es liviano y hace muchísimo frío, y me siento pequeño e indefenso, y recibo un fuerte golpe en las nalgas y después hay un estallido estridente de todos los sentidos. Hay sabor y olor y mucha luz y frío y ruido. Y después hay como un claro en un bosque y escucho a la voz más hermosa del mundo reír una carcajada suave que es amor y abrazo. Y lloro.



1 Comentarios:

Anónimo dijo...

Qué buen final!

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