Yo más.

viernes, 15 de agosto de 2014 |

Te quiero.
Yo más.
Yo más que tu más.
Yo más que todo lo que se te pueda ocurrir jamás, nunca, o sea, no hay manera.
Yo más que todo lo que no entra en la imaginación humana y tampoco en la suprahumana.
Yo más que todo lo que no entra en las posibilidades de combinación química y física de todos los elementos que existen en el universo incluidas las imaginaciones que se generan a partir de las neuronas que se forman por la combinación de esos elementos a un nivel colectivo general macrosináptico, o sea una imaginación multimental universal hecha de pura energía trascendida e interconectada, muy grande y muy loca y muy potente.
Yo te quiero más que todo lo que es posible que ocurra en la estructura espacio-tiempo de cualquier cosmos, sea este o algún universo paralelo, de acuerdo con cualquier teoría de la física cuántica o de la teoría de cuerdas o de lo que haya propuesto Stephen Hawking, y también te quiero más que todo lo que pueda dar de sí la imaginación desbocada del ser más creativo de cualquier raza inteligente de aliens que viva en cualquier rincón de este cosmos y de cualquier otro cosmos o universo paralelo o tangencial o perpendicular de la estructura espacio-tiempo que te decía antes, y te quiero más que todo lo que pueda, simplemente, ser, es decir, más que la suma de todo lo que pudo ganarle la batalla a la nada y ser, te quiero más que todo eso junto y a todo eso, que en definitiva es todo, a todo eso lo paradojo salvajemente y le sumo 1, una unidad de algo, lo rompo tremendamente, y eso da como resultado lo que te quiero.
Te pasaste.
¿Mh?
Te pasaste. Te fuiste a la mierda.
¿Qué?
Cómo qué. Que yo no te quiero tanto. ¿"Universo paralelo"? ¿"Estructura espacio-tiempo"? Yo ya venía exagerando, pero vos te pasaste. Te fuiste al orto. Pero mucho. O sea, me siento muy halagada, en serio, pero no te quiero así de mucho pero ni a palos. No quiero así de mucho a nada, básicamente.
Oh, qué mala. Cómo me decís eso.
Perdoname, pero no te voy a mentir.
Yo tampoco te quiero tanto. Era más una competencia intelectual. Pensé que estábamos jugando a lo de los platos. No sé ni la mitad de cosas que dije.
Estamos igual, entonces.
Como mucho, no sé... te quiero hasta la Luna, ponele.
¿La Luna? Ya me ganaste. Yo te debo querer hasta la órbita satelital más cercana. Ponele que anda un satélite por ahí, dando vueltas. Cerquita, un satélito chino, mala calidad, nada de la NASA, como mucho en la tropósfera, no sé. Un par de kilómetros por encima de los aviones, por ahí. Y ya siento que estoy exagerando.
Creo que hay una estación espacial rusa que está más cerca que las órbitas satelitales más próximas, está más abajo, se pueden distinguir cosas de la Tierra y todo. Moscú la puso en órbita para monitorear la influencia de la Luna en las corrientes marítimas y también para poder saltar a los satélites cuando pasan cerca de ahí y hacerles mantenimiento. Si es así, si esa estación rusa está más cerca que los satélites, yo creo que te quiero hasta esa estación, y de hecho llego a duras penas, o sea no llego a entrar, la toco estirando el brazo.
Te quiero hasta la altura que vuela un boeing 747.
Te quiero hasta la altura que vuela un jet privado.
Te quiero hasta la altura que vuela una avioneta de un solo motor y que no pasó el ITV.
Te quiero hasta un poquito más abajo de lo que vuela una paloma gorda.
Te quiero hasta el flotador del tanque de agua.
Te quiero hasta esa mancha de humedad.
Te quiero hasta el foquito.
Te quiero lo justo y necesario como para ir tirando y llegar a la noche que es cuando me duermo y me olvido.
Te quiero casi en la frontera de la neutralidad.
Te quiero casi rozando el aprecio.
Te aprecio casi rozando el respeto.
Te respeto casi alcanzando la indiferencia.
Te ignoro y casi que te desprecio.
Te desprecio bastante y ya veo el aborrecer en el horizonte.
Te aborrezco mucho y empieza a oler a odio puro.
Te odio.
Te odio más, y dos generaciones ascendientes de tu sangre y apellido.
Odio todo tu linaje.
Odio todo lo que remita remotamente a tu persona.
Odio todas las superficies orgánicas e inorgánicas que hayan tenido contacto con tu piel o con alguna ropa o guante o sombrero que tuvieras puesto.
No me gusta este juego.
¡Perdiste!
Yo te quiero un montón, en realidad.
¡PERDISTE!
Te quiero hasta el espacio-tiempo y todo eso que decíamos antes.
¡LOSER!
¡Qué malo sos!
Bueno, tonta, pero si es así el juego, ¿o no? Yo te quiero hasta el lugar donde el universo no llegó todavía y hay un no-espacio raro, no hay ni luz ni nada, te estoy hablando de algo tan lejos que todavía no llegó la luz, no llegó nada del Big Bang, es la mismísima nada, espacio vacío puro, oscuridad tremenda, es muy lejos, y no hay nada excepto una sola cosa, sólo flota una cosa, y esa cosa que flota es una bola brillante hecha de mi amor que sí llegó, porque viaja más rápido que la expansión del universo y está ahí, y sigue creciendo y flotando.
¿Ves? Te volvés a ir a la mierda. ¿"Una bola de amor"? Primero me odiás tanto que odiás también todo lo que toqué alguna vez, aunque fuera con guantes, y ahora de repente hay una bola de amor flotando en una oscuridad lejana donde no llegó el universo.
Sí. Así de mucho.
Bueno. Bueno. Escuchá esto. Imaginate que juntás todas las almas de todos los perros que vivieron a lo largo de la historia de la humanidad, y de esas almas perrunas destilás, digamos, o sea como que le sacás un juguito y ese juguito es todo el amor que sintieron esos perros por sus amos, y destilás toda la alegría que sintieron alguna vez al escuchar las llaves en el pasillo, que es como la señal para ellos de que sus amos estaban por llegar y se ponían locos de alegría, y con todo eso que destilaste hacés como un brebaje y lo ponés en un frasquito, un frasquito con forma de corazón, y después agregás todo el amor propio que se tienen todos los gatos del mundo, o sea destilás eso también, y lo condimentás con todo el amor abuelístico del mundo, o sea el amor por sus nietos, y todo junto en un frasquito muy puro, destilado...
Sigue siendo menos que mi bola de amor en el no-universo, te aviso. O sea, ¿entendés dónde está la bola de amor o no?
Esperá, sí, sí, entiendo, no soy imbécil, pero esperá porque no terminé la mezcla. Entonces a ese frasquito que ya tiene amor abuelil y canino y también el amor que sienten los gatos por sí mismos, porque un gato lo único que aprecia es su propio ser, pero se aman mucho a sí mismos, a todo eso le sumás, ehm... le sumás toda la pasión de las hinchadas y las barras bravas de todos los equipos de fútbol...
Bola de amor flotando...
¡Esperá! Y, ehm, también ponés un poco de fanatismo religioso...
Bola de amor...
¡Ya sé!, callate, mirá, agarro y te quiero tanto que con lo que tengo en el frasquito no me alcanza y te tengo que matar y destilar tu bola de amor pedorra flotando en no sé dónde y la pongo en el frasquito y lo cierro y lo agito para mezclar bien y me lo tomo de un saque y me entra tantísimo amor de golpe en el organismo que mi sistema no lo tolera, es mucho, o sea, sobredosis extrema, y me prendo fuego espontáneamente de puro amor, y me tiro encima tuyo llorando y en llamas, porque acabo de caer en la cuenta de que te acabo de matar para terminar el brebaje, o sea acabo de matar a lo que quería más que al mismísimo frasquito que me acabo de incorporar, y los dos nos quemamos, alta tragedia griega, y nos reducimos a cenizas y entra un vientito por la ventana y se lleva las cenizas, o sea a nosotros, nos lleva, y nos desparrama, y... y volamos así, cenizos, para siempre.
Bueno... yo te quiero más que, uhm... más que...
¡Que qué!
Más que...
Frasquito... tragedia griega... 
Dejame hablar. Te quiero, ehm...
Cenizas para siempre, juntos, volando en el viento...
Bueno, bueno, ¡bueno! Perdí, perdí. 
¡A lavar los platos!
Eh, pero dijiste que no estábamos jugando.
Cuándo dije eso. Nunca. Chauuuu... Lavás los platos. Te espero en la cama. "Bola de amor", le clavaste. Cualquiera.
Tampoco te burlés que vos tiraste "imaginación macrosináptica"...
Que quede todo acomodado y apagá las luces. Te espero. Chau, bola.

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