Discurso de Roman Fütischwenzzer cuando ganó el Premio Nobel.

lunes, 4 de agosto de 2008 |

Y el premio nobel de literatura es para el escritor rumano Roman Fütischwenzzer, dice sonriendo algún sueco de ahí de la ceremonia, y luego se hace a un lado ofreciéndole el micrófono al escritor ganador.
Fütischwenzzer sonríe aguardando el silencio, y cuando los aplausos cesan comienza el discurso de agradecimiento. Sí, ese mismo discurso que lo catapultó a la fama, fama que no le dio su impecable pero difícil obra literaria.

Gracias. Muchas gracias a todos, a toda la humanidad, por este sueño cumplido. A todos los seres humanos que habitan este planeta hoy les digo: gracias. Gracias también por permitirme decirles gracias, y gracias por permitirme agradecerles el permiso de decirles gracias. Me detendré aquí para no seguir agradeciéndoles eternamente el permitirme agradecerles porque podría no saber cuando parar y como sé que los intelectuales reunidos hoy aquí sentimos un profundo respeto mutuo y no se animarían a interrumpir mis agradecimientos, podríamos morir todos de inanición, ustedes en sus asientos y yo frente a este estrado, ustedes escuchando serenamente mis palabras y yo aquí agradeciéndoles la oportunidad que me dan hoy de decirles, en serio, muchas gracias, por toda la eternidad.

Dicho lo cual, quiero ahora aprovechar para hablarles de mí.
Yo no soy un póyoyo(*), yo sé que en una ceremonia así se espera de mí que agradezca (cosa que ya hice) y que luego comente mis influencias literarias, mi amor por los libros, que agradezca un poco más, y luego me retire.
Pero la verdad es que sacando el suplemento deportivo de Venstrückr Prostizg (**) yo no he sido muy lector.
Las numerosas citas de mis libros las bajé de internet. Seh, condénenme, ahora no se pueden echar atrás, ya me dieron el premio, el cheque está siendo cobrado en este momento por mi señora esposa, leru leru, leru leru.
Un ejemplo. En mi primera novela, Los pelirrojos no descienden del mono, cito a Shakespeare, de Hamlet [lee]:

Chupetín de Frutilla Villagrán sintió, al tomar el cráneo del primate en su mano, que una fuerza superior, una energía renovada que provenía de lo más profundo de sus pecas lo empujaba a perseguir la verdad sobre sus orígenes. Como dice Hamlet en su fantástica novela William Shakespeare: "ser o no ser, esa es la cuestión".

Luego me enteré de que el autor y el título de la obra estaban invertidos. Al parecer hay un tal Shakespeare que escribió un librito donde sale la frase que yo incluí en Los pelirrojos. Lo cierto es que yo googleé "ser o no ser" y copié y pegué. A la bosta.

Otra cosa es la suerte que tuve. Uno publica un libro y las críticas que recibe decidirán su destino. Al parecer muchos críticos han reconocido en mis líneas agudas críticas a la sociedad moderna, brillantes metáforas del alma humana, etcétera. Más adelante en la misma novela, concretamente en el último párrafo, sucede algo así [lee]:

Frente a la cruda, terrible, imposible verdad que tenía ante sus ojos, Chorrito de Fanta Amaya fue incapaz de reaccionar. El trabajo de toda su vida, la eterna búsqueda de una respuesta que confirmara que la teoría de Darwin también contemplaba a los pelirrojos, llegaba a un fin que no podía aceptar. Chupetín de Frutilla Villagrán había dado la vida por conocer la verdad y ahora que esta se revelaba, Chorrito de Fanta sentía que nada había valido la pena. El Pergamino de la Verdad Colorada era claro, no dejaba lugar a dudas: los pelirrojos efectivamente no descendían del mono, como el resto de los seres humanos. sino de una extinta raza de fósforos inteligentes.

Esto es así. Tal cual. Acá no hay ninguna metáfora. No es que los pelirrojos representen a los comunistas, como dijo Stella Lemmonpie de la prensa francesa. No hay alusión a la soledad, a la incertudumbre que nos asola cuando intentamos descifrar los inescrutables comienzos de la humanidad. No hay ningún tipo de doble sentido, comparacación, analogía, alegoría, elipsis, metonimia, hipérbole, hipófisis, gangleo, tautología, nada de nada de nada de nada. A ver si se entiende de una vez que lo que se lee es lo que hay: la novela termina con que el tipo , un investigador colorado, descubre que una raza de fósforos inteligentes evolucionaron en los pelirrojos que vemos hoy en la calle.

Me están haciendo señas de que me vaya. Además, las luces me están dando calor. Y en sus rostros desencajados de descepción noto cierto rechazo. No, no se retire, señor García Márquez, quédese por favor... Está enojado porque el título de mi novela se parece a uno suyo. Sepa, señor García Márquez, que no hubo ningún intento de plagio en el momento de publicar "El amor en los tiempos de la fiebre amarilla", las coincidencias suceden, simplemente. Pero para que vuelva y no abandone esta ceremonia, me bajaré ahora mismo del escenario.

Gracias por el premio y gracias por dejarme agradecerles el premio y también por esa oportunidad de demostrar mi agradecimiento les agradezco y aunque parezca exagerado debo también darles las gracias bueno sí sí ya me voy no hace falta empujar...

(*) Póyoyo: Boludo, gilipollas, pinche cabrón, ser de pocas luces, en rumano.
(**) Venstrückr Prostizg: Literalmente,
Resumen de lo que pasa en estos días en Nuestra Amada Rumania, importantísimo periódico rumano de tirada nacional.


4 Comentarios:

Ay VAleria! dijo...

Y no por desalentar al Sr. Roman Fütischwenzzer en su creativa obra o ponerme en la lista de los que afirman las semejansas de su obra con cualuqier otra, pero... arriesgo en este título que hoy se comenta una remisión discutible, claro a "La Conspiración de los Idiotas".

Aplaudo sus logros. Los suyos, no los del rumano.

fulano/martínvillarroel dijo...

Estos suecos están majaretas.

Unknown dijo...

Guada: Lo gracioso es que nunca leí a Aguinis, pero lo que en este momento estoy leyendo es otro libro que se llama "La conjura de los necios" (casi el mismo título, en otras palabras) de John Kennedy Toole. GENIAL LIBRO.

beso.

L.

Anónimo dijo...

El plagio no existe. Existe el tributo.

jajajajajjajajaa

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